Sabes cuando en la radio suena la canción que siempre escuchaste en la secundaria, y te imaginaste en el futuro, libre y feliz de hacer lo que quisiste... decir que en ese futuro algo no salió como lo soñaste. Así es para Fabio, que tiene veinticuatro años y estudia derecho. El asunto no le entusiasma en absoluto, pero una serie de circunstancias lo llevaron hasta allí, y no tuvo fuerzas para resistir. Por eso avanza con cansancio, hasta que -estamos en 1998- para evitar el servicio militar obligatorio es enviado a un hospicio para sacerdotes en lo alto de las montañas. Aquí el director es un ex misionero rudo y malhumorado de ochenta años, que no sale de su habitación porque ya no le importa nada, y trata mal a todos menos a Gina, una chica que se cree una gallina. Por diferentes que sean, Fabio y Don Basagni tienen algo en común: la pasión por el ciclismo. Así que empiezan a ver juntos el Giro de Italia y encuentran en Marco Pantani la encarnación de un sueño. Un hombre valiente, atormentado y solitario que se enfrenta a colosales campeones que tienen su punto fuerte en la prudencia y el control de la carrera. Pantani, en cambio, no hace muchos cálculos, escucha al instinto y hace enormes esfuerzos que le permiten mover la frontera, "la terrible frontera entre lo posible y lo imposible, entre lo que nos gustaría hacer y lo que poder". Gracias a esta locura maravillosa, Fabio y Don Basagni encontrarán en sí mismos una audacia soterrada, y cuestionarán la existencia sólida y confiable que ahora estaban acostumbrados a soportar.